El principal objetivo de ofrecer tus servicios profesionales como independiente no es más que emplearnos a nosotros mismos (y a otros si es necesario) y ganar un moderado o un buen sueldo. Algunas personas tienen la suerte de ganarse la vida haciendo lo que les gusta. Este enfoque crea a menudo un estilo de vida «empresarial», y generalmente se acompaña de ningún plan de crecimiento, provocando crear tu propio autoempleo constantemente.
Ese estilo de vida empresarial crea la percepción que eres un empresario, cuando en realidad eres un autoempleado glorificado.
Crear una empresa requiere un marco de trabajo donde tienes líderes y directores trabajando para tu empresa. La empresa es sostenible, el día que no vas a trabajar la empresa todavía funciona, puedes irte vacaciones o enfermarte sin preocuparte de que tu empresa siga generando dinero sin tu presencia.
Un emprendedor está para satisfacer necesidades a un «nicho» (tamaño = cualquiera) de mercado con productos o servicios y obtener una ganancia por la satisfacción de estas necesidades. El perfil debe ser tan sencillo como “la persona que satisfaga las necesidades de un segmento de mercado”.
Otra característica que podríamos agregar es que el emprendedor debe estar dispuesto a innovar.
La innovación no debe ser una palabra hueca o sólo expresar un deseo. Emprendimiento e innovación van unidas porque es necesario atender las necesidades cambiantes.
Porque lo que lo que hoy tal vez sea “increíblemente innovador” en unos meses estará obsoleto. Las personas emprendedoras que no innoven con paciencia y constancia, se pueden quedar fuera del mercado en pocos años.
Para emprender no hay limitaciones físicas, de género (al menos no explícitas) o de edad. En cuanto a esta última variable, nunca es tarde para emprender. Tal vez está en la psiquis colectiva que un emprendedor es un individuo como Mark Zuckember. Pero eso no es necesariamente cierto.
Básicamente es un tema de actitud. No todo mundo tiene la actitud o la mentalidad de emprender.
Es un tema de valores. Y básicamente aquí hay una pugna entre dos valores: hay gente que valora la seguridad y para otros valoran la libertad.
Es obvio, que quién prefiere libertad a seguridad, es un buen emprendedor. Y sin embargo, quién alguien prefiere la seguridad a la libertad va a ser un mal emprendedor. Es un tema de actitud.
El éxito depende más de la actitud que de lo que sabemos. No es porque unos saben mucho y son buenos emprendedores, sino es porque unos tienen una actitud y una mentalidad de emprender, una necesidad interior, una pasión por hacerlo, que les hace imparables. El resto solo mira…
Punto clave, el gran momento de estudiar el público al que vamos a dirigirnos. Otra piedra angular del análisis de viabilidad. Hay que empezar estudiando si existe un mercado para lo que voy a ofrecer. En caso afirmativo, habrá que comprobar si puedo ocupar un hueco de ese mercado y, en caso negativo, si puedo crear una nueva necesidad.
Claro que, en este último caso, conviene no perder el norte: no es fácil despertar un nuevo interés en los consumidores a escala planetaria, y mucho menos para una empresa de reducida dimensión.
Es más fácil hacer mejor lo que otros competidores hacen mal o dirigirse a un nicho de mercado desatendido que inventarse un producto o lanzar un servicio nuevo al mercado. De hecho, la mayoría de empresas tienen su origen en una necesidad de mercado.